de GIJÓN (Asturias)
" Creo que el horizonte,
visto de la forma que yo lo veo,
podría ser la patria de todos los
hombres. "
EDUARDO CHILLIDA (San Sebastián 1924-2002)
" Creo que el horizonte,
visto de la forma que yo lo veo,
podría ser la patria de todos los
hombres. "
EDUARDO CHILLIDA (San Sebastián 1924-2002)
La música del siroco es la música del alma cuando peregrina ajena a la realidad y en la fusión de los sentimientos renace para arrancar al aire la arena y esparcirla en pequeños versos que desbordan la conciencia, es allí cuando cala inmersa y se sumerge para hundirse en cada uno que la adopta como suya.
Es tan profunda una duna como un poema o una canción que entra en nuestros cuerpos y desaparece como lo hace el siroco cuando se funde con el agua, la palabra es belleza cuando la elevamos al orgasmo del verso y es allí donde vuela inequívoca y desafiante para brotar de nuestros labios.
Dejemos que la palabra acompañe a la imagen y desde el exilio de cada uno seamos capaces de sentir el movimiento de los ojos cuando besan el espejismo del desierto.
La música del siroco es una charla permanente con el Sahara, con los camellos, con los beduinos y con el paisaje frondoso de Cuba, intenta mezclarse con el tiempo y rebuscar en las migajas de cada historia para sentirse libre en una plaza de El Aaiun, o en alguna calle de Dajla.
Condenados estamos todos a perseguirnos y ser perseguidos, mientras la poesía viaje de una montaña a otra en busca de una nueva ruta que la lleve al corazón de Tiris para jugar con sus dromedarios y pastores bajo el sonido del relámpago y las nubes.
La música del Siroco
Autor: Ali Salem Iselmu
Edita: Um Draiga, Amigos del Pueblo Saharaui en Aragón
Año de publicación: 2008
Encuadernación: Rustica
Número de páginas: 80 páginas
Lengua (idioma): Castellano
Lugar: FNAC
Día: 23 de julio
Hora: 19.30 horas
Fui veinto para soplar ternura sobre tu roca
hoja de añil para dar color a tu silencio
ola adormecida por el sol para apaciguar tu nostalgia
Fui sirena trinitaria sobre el muro de tu fuerte
penacho de zanahoria para verdear tu jardín:
pitahaya sobre tu árbol
gladiola
siempre - viva
begonia
Fui tiempo para esperarte
abadesa solitaria
murmullo de alacrán
Fui árbol
mujer
fui cosa
Fui brisa para tu rostro . . .
Qué no fui por ese amor !
V. INSTANTE DEL DESEO, SOL SIN TIEMPO (A LUZ MÁS CIERTA)
Si ya no estoy cuando resulte todo,
cuando el tiempo en que vivo ya no exista,
cuando otros se pregunten si la vida
es el triunfo del hombre, o es tan solo
un perenne comienzo, un grito sordo,
un rasguño en la piedra, la porfía
inútil del abismo, pues la cima
puede llamarse altura porque hay fondo.
Cuando todo resulte sólo quiero
que alguien recuerde que al fuego puse
mi corazón, el único que tuve,
que yo también fui un hombre de mi tiempo,
que dudé, que confié, que tuve miedo,
y defendí mi sueño como pude.
Dedidado a la generación de estudiantes saharauis que crecierón junto a Um Draiga en Zaragoza VOZALTA
" porque la naturaleza del Caribe y su alma son bien distintas a aquella sobriedad que impregna a un nómada beduino, . . . " (leer relato completo)
Roja, anaranjada, verde, ahí estas, Libertad,
ante el azul celeste, luego añil, donde yo
dormito, viejo libertino, frente al negro
medianoche, mi curiosidad, mi esperanza.
Quemamos las etapas de euforia ,
y vamos recalando
en lo que tantas veces
consideramos huidizo.
Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
ni hasta diez
sino contar
conmigo.
Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo.
Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo.
Pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
yo no se para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.
Voy huyendo a la infinidad
del tiempo.
Voy huyendo de los principios
frustrados.
Voy huyendo de los que no levantan
polvo al caminar.
Voy huyendo de los que no creen
en el día
que nacerá mañana.
Porque yo si creo en ti,
hoy, mañana y los próximos
siglos
y por eso
mi evasión a la infinidad del tiempo.
(*) El poeta saharaui Bahia Mahmud Awah participa en el
Todo el mundo me conoce. Yo soy la leyenda que camina, la tradición sagrada que recorre las calles. Los que me critican, me ofenden y hasta me desprecian, no saben ni sabrán nunca qué hay en el fondo de mi corazón. Esos fariseos ignoran la gloria inmensa, la emoción profunda que uno experimenta cuando dice: Yo soy el Caballero de París.
(Fragmentos del libro Yo soy el Caballero de París, de Luis Calzadilla)
NO ME MIRES LOS MOCASINES SUCIOS . . .
Cuando yo nací en el Sahara, allá por los años setenta nadie festejaba los cumpleaños, en cambio a medida que fui creciendo y adquiriendo las lecciones que imparte la vida me di cuenta que los calendarios eran importantes porque te permiten marcar en cada uno tu fecha de nacimiento, los días laborables y no laborables de cada año.
A mí, mis padres jamás me compraron una tarta para hacerme recordar la tarde en que llegué a este extraño lugar, ni mis abuelos, ni bisabuelos conocen semejante celebración. Recuerdo cuando estaba estudiando el último curso de la secundaria, mi maestro de matemáticas me dijo, “ya que sabes tantas estadísticas sobre el béisbol cubano y conoces el promedio de cada bateador, al menos debes conocer cuantas velas te pondrán en la tarta de tu próximo cumpleaños”, inmediatamenté le miré como quién tiene duda y misterio sobre la velas y le dije, “yo no festejo la fecha de mi nacimiento porque nunca la he celebrado”, aquel hombre no me contestó simplemente se rió un poco de mis palabras y me insistió mucho en hacer bien los deberes en su clase. Pasaron los días y yo olvidé aquellas palabras y seguí enfrascado en mis juegos diarios que eran jugar a la pelota como segunda base y subir a las palmeras para coger cocos.
Tres meses después de aquella conversación mi maestro de matemáticas me invitó a comer el domingo en su casa junto con su mujer, yo fui muy feliz en ese momento, porque pensaba que iba a regañarme o iba a ponerme un ejercicio complicado; pero no, el hombre quería compartir conmigo el calor de su hogar.
Durante toda la semana sólo pensaba en la ropa que debía ponerme y si pedía a algún amigo un pantalón o una camisa, pero lo más importante para mi era disfrutar de ese momento y salir por unas horas del agobio del internado.
Me levanté por la mañana a toda prisa cepillé mis dientes, lavé mi cara y baje corriendo por las escaleras, en el fondo del pasillo estaba él esperándome con un maestro saharaui, mirándome detenidamente me enseñó un copia de mi DNI y me dijo “ tengo una sorpresa para ti”, los dos caminando a paso rápido nos dirigimos a su casa que estaba cerca de la escuela, escondida entre un campo de mangos y pinares; cuando nos aproximamos a ella, yo estaba atónito porque los nervios me traicionaban muchas veces y no sabía controlar el tono de mis palabras; una puerta de madera pintada de rojo se abrió ante nuestros ojos y una hermosa mujer de pelo rubio, ojos verdes y mirada alegre nos saludó a los dos con un par de besos y nos dio la bienvenida, adentrándonos llegamos a la sala en la que había un calendario con algún paisaje cubano color verde olivo y marcada en él la fecha de mi aterrizaje a esta galaxia y en la mitad de la mesa una tarta de chocolate con quince velas.
Miré todo aquello con enorme emoción y supe que en Cuba los años van asociados a las velas que se encienden y se apagan para dibujar por un instante la ilusión de muchos niños; en cambio en el Sahara los años figuran en la memoria histórica de nuestros abuelos a través de los mitos y sucesos.
(*) Generación de la Amistad Saharaui
Un grupo de poetas saharauis que pretenden transmitir el sufrimiento de su pueblo, unidos por historias de pastores que se perdieron persiguiendo sus sueños tras una nube.
Fotografia: "Pirri" (Izda) y Bahia (Drcha).
Yo dormía, como duermen los osos polares,
sin recuerdos y sin esos espejos
que rondan las galerías de los castillos.
Un humo europeo me iba alzando del lecho
y me iba columpiando
hasta depositarme entre los helechos húmedos
de una torre distante, asediada por los rumores
del soliloquio de un guerrero vencido.
Yo dormía, como una medusa desterrada al abismo.
Entonces fue cuando tu amor apareció
trasmutado en libros fabulosos
donde presenciábamos la quema de la biblioteca
de Alejandría ... y un antiguo reloj de arena
nos borraba del tiempo trayéndome tu rostro mágico
que temblaba en la bruma del cielo,
que volaba por encima de las corrientes,
hundiéndome en las caracolas del olvido.
Yo dormía, como duermen las lluvias en el mar,
como duermen tus ojos cuando estás junto a mí.
Cuba nos une en extranjero suelo,
auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
Cuba en tu libro mi palabra sea.
" Poesías Dispersas "
Cuarteta escrita en el álbum de Carlos Sauvalle (Madrid, 1871)
Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.
Del abismo se levanta
la queja amargo y sonora
La onda, cuando el viento canta,
llora,
Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
Salmodia la blanca espuma:
miserere.
La armonía el cielo inunda,
y la brisa va a llevar
la canción triste y profunda
del mar.
Del clarín del horizonte
brota sinfonía rara,
como si la voz del monte
vibrara.
Cual si fuese lo invisible...
cual si fuese el rudo són
que diese al viento un terrible
león.
[A bordo del Barracouta,
Amapala, mayo 16, de 1892]
Dicen que la
noche se adueña
de tus tonos añiles,
violeta y cobalto.
Que se secaron
en tu regazo
los besos de sal.
Dicen que
la sonata
de viento,
se torna en
sinfonía de
notas caóticas
orquestadas
por el espanto.
Ignora los dados
de la serpiente.
Volveré,
envuelta en mantos
de estrella roja,
a sanar las
aguas amargas.
A morir y renacer juntos
en la matriz del Atlántico.
No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz.
Ese mar de las arenas negras
donde sus ojos se abrieron al asombro
fue sólo una invención de tu nostalgia.
Resuelto remanso.
Ajeno,
incluso a las fisuras
de un exterior pragmatico,
ajeno
que no quiere escuchar
tu silencio,
que no es de muerte.
Imagine tu clandestinidad
convertida en farandulismo.
¿Quien entenderá los efectos
de tu tilo?
¿Donde quedara la complicidad
tantas veces transgresora?
¿Por qué ha de ser tu historia
como la de todo
cuando tantas veces
diste estimulo a la utopía?